9.4.11

Ciao.

Hice la misma rutina que todas y cada una de las noches que he pasado aquí, las tantas de la mañana, apagar el ordenador, y alumbrando con el móvil, subo las escaleras de mi casa, no tengo miedo a la oscuridad, pero si a las caídas, después de llenar mis dos botellines de agua, me encierro y fumo un cigarro, el cual disfruto como si fuera el último, todo es abrir la cama, y meterme dentro, me arropo, y abrazo la almohada cada noche, siempre tumbada lateralmente. Sin embargo, esta noche fue distinta, porque ella ya no estaba, y siempre era mi último pensamiento antes de caer en el profundo sueño.

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